Mi Ventana Óptica Despojándose de malos espíritus

Por Alejandro Almánzar

El presidente, Trump, debe estar próximo a romper un record, en la historia de Los Estados Unidos, relevando funcionarios de sus cargos, unos renunciando, y otros, conminados a abandonar los puestos desempeñados.

Entre los depuestos y renunciados, hay moderados y radicales, aposentados en el Partido Republicano, por lo que no entendemos bien, qué provoca la pérdida de tantos funcionarios en tan poco tiempo dentro de su administración.
Con algo más de un año en La Casa Blanca, fueron más de 20 los destituidos y renunciantes, y poco tiempo pasa sin que se produzca un cambio de funcionario. Al principio, hubo preocupación, porque las plazas dejadas por liberales, eran ocupadas por gente, que a falta de conflictos, se los inventan.

Ahora, cuando el jefe de Estado busca su segundo mandato, echa del gobierno a uno de esos radicales, tanto, que se ve compelido a admitir, “se le fue la mano en el tema Venezuela”, algo de lo que el presidente no debió estar ajeno.

Este, fue uno de los tantos objetados por liberales de su Partido, conscientes, de que es de los que rechazan la mediación, y más bien, procura crear conflictos donde no hay, de ahí, que la situación en Venezuela empeoró.


Tarde, Trump se encuentra con una palpable realidad, porque en el conflicto venezolano, no se vio nada de diplomacia, si no, a funcionarios de su entorno, buscando derrocar un régimen, para instaurar a un títere.

Ese cambio de política, puede generarle un buen rating electoral, porque finalmente, reconoce, que se hizo acompañar de gente mal intencionada, que ocupan cargos con sus propias agendas, a defender intereses grupales.

Pero el presidente, no puede alegar desconocimiento de causa, pues fue advertido sobre esos personajes, que dentro de la política, sólo cumplen misiones encomendadas, sin importarles crear inestabilidad en la región.

Trump, está demostrando ser más político de lo que aparenta, porque al convencerse de las acciones maliciosas del responsable de la Seguridad Nacional, optó por hacer su propia diplomacia, y escuchar a los sectores en conflictos.

Fue lo que debió hacerse desde el principio, oír a todos, y no hacer el ridículo que hizo el funcionario saliente, de prácticamente acorralar al régimen de Maduro, para colocarse del lado de un sujeto, que pescando en río revuelto, buscaba alcanzar el poder, escoltado por el intervencionismo.

Venezuela no se merece a un Nicolás Maduro, aventurero y despistado, pero menos, a ese tipo de oposición. La cancelación, de John Bolton, pudiera ser su mejor estrategia para cambiar la imagen de su gobierno.

Sobre todo, cuando él mismo admite, que dicho funcionario se pasó de la raya con su participación en dicha nación. Quizás admite también, que no escuchó del riesgo a que se exponía, rodeándose de esas personas, comprometidas con el negocio de las armas, y la violencia, capaces de incendiar cuantas praderas encuentren a sus pasos.

Los planes de estabilizar la nación suramericana fracasaron, porque estos tenían agendas muy particulares, y el presidente duró mucho para comprender que estos, lo único que buscaban era crear problemas en la región.

Y debería saber, que todavía tiene malos espíritus, de quienes debe despojarse, sustituirlos por mujeres y hombres bien intencionados de su Partido, que les ayuden a realizar una de las mejores obras de gobierno en la Unión.


alex15958@hotmail.comTwitter, @alexalma09
 

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